Cuando estamos de cara a eventos desconocidos, es casi imposible que no surjan emociones de miedo e incertidumbre; pero experimentar esto es parte de la naturaleza humana. Actualmente, como sociedad nos estamos enfrentarnos a un virus nuevo para el cual aún no existe una vacuna y que aparentemente se está propagando de forma exponencial, por lo cual es fácil que nos sintamos alarmados.
Ante esto, las personas reaccionan con respuestas de vigilia y peligro que pueden llevarnos a experimentar ansiedad. Esta es una emoción que nos prepara para manejar de forma anticipada dichos peligros y está ligada al miedo (reaccionando antes de que el peligro esté presente de manera inminente); por otro lado, también está presente la incertidumbre, que lleva a nuestra mente a buscar formas de enfrentar la falta de información certera sobre la situación y lo que pueda pasar.
Además, si a esto sumamos que la principal medida recomendada para la prevención de un posible contagio es mantenernos en cuarentena, la situación genera pánico. Sin embargo, es importante hacer una diferencia del concepto de cuarentena al de aislamiento.
De acuerdo a la Ley General de Salud1 (2020) cuarentena es “la limitación a la libertad de tránsito de personas sanas que hubieran estado expuestas a una enfermedad transmisible, por el tiempo estrictamente necesario para controlar el riesgo de contagio”. En cambio, el aislamiento se define como “la separación de personas infectadas, durante el periodo de transmisibilidad, en lugares y condiciones que eviten el peligro de contagio”. Ambos conceptos en el uso público pueden confundirse y alarmarnos más de lo necesario, porque principalmente impactan en nuestra rutina diaria (cancelación de actividades académicas y eventos de concurrencia, trabajo a distancia, cierre de fronteras, etc.), y como medida preventiva fomentan que se viva en un estado permanente de ansiedad por lo que pasa dentro y fuera de casa.
Por tal motivo, las medidas recientemente implementadas pueden vivirse como una experiencia desagradable pues representa la perdida de la libertad, se experimenta incertidumbre sobre la evolución de la enfermedad, la separación del núcleo social y el aburrimiento, creando con ello un panorama desalentador. Sin embargo, es necesario no ignorar las medidas recomendadas para la prevención, y, además, aprovechar este momento para trabajar en nuestras herramientas de gestión de emociones, así nuestra salud mental no será dominada por el miedo y la ansiedad.
En este orden, te sugerimos:
Dirección de Desarrollo Estudiantil
Departamento de Apoyo Estudiantil
Lic. Erika Jazmín Martínez Castro
Coordinadora de Promoción a la Salud
apoyo.estudiantil@udlap.mx
1 Ley General de Salud (2020), T XVIII-Capítulo 1 Medidas de Seguridad Sanitaria: http://www.salud.gob.mx/unidades/cdi/legis/lgs/index-t18.htm
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