ímpetu de coraje en la era del Yo
Del 1 de junio al 10 de septiembre, 2017
Con 23 años de edad en promedio, los participantes en esta exposición, nacidos entre 1990 y 1998, vivieron su adolescencia y periodo universitario a partir de 2006: coincidiendo con la época más violenta, crítica y desesperanzada en nuestro país. Ante la rampante inseguridad y guerra provocadas por el propio estado, aunado a nuestro estancamiento como civilización en el inequitativo paradigma neoliberal, los jóvenes han pasado los mejores años de su vida en un contexto desalentador, refugiándose para colmo en la ambigua pantalla ególatra de las redes supuestamente sociales.
El recorrido de la muestra no fue estructurado previamente a entrevistar a los artistas, sino que los núcleos se perfilaron en base a los temas que arrojaron sus más insistentes inquietudes. A modo de termómetro, los trabajos perfilaron cuatro ejes. El mayoritario aborda sintomáticamente la situación del país y de Puebla en particular, con un fuerte pesar de vulnerabilidad, tanto ante el atropello de derechos, como ante la agresividad promovida también por el voraz sistema capitalista ¿pero qué tantas obras no son más que caricaturas resignadas, expresiones catárticas o sólo denuncias? pocas son las que asumen implicarse más allá de la acusación, buscando detonar una acción congruente con su postura.
El segundo núcleo resulta meta-artístico, pues versa en torno al propio arte, entre tautología, autoreferncialidad, parodia, guiño y remake. El tercero es sin duda uno de los editados con mayor severidad: fue alarmante la cantidad de propuestas con una fijación simplista por el facebook y la selfie, replicando el ensimismamiento operante en las redes sociales, sin valorar el arte como dispositivo crítico al respecto. Por ello, son minoritarias las piezas seleccionadas.
La última sección de la muestra aglutina obras de diversa índole que tienen en común ser meras sublimaciones: ya sean respecto a exploraciones de la materia, de formalismos estetizantes o sobre voluntarias abyecciones. La exposición se enriquece mediante Un mundo feliz, obra colectiva que Iván Mejía ideó y coordinó con alumnos de la UDLAP.
En medio de un contexto nacional de desvergonzada represión a la protesta, manipulación de la verdad por la cómplice dictadura de los medios y autocensura en secuestradas instituciones que debieran fungir como bastiones de resistencia, especialmente las del ámbito cultural, el ímpetu de coraje expresado en esta muestra no sólo es legítimo, sino justificado y necesario. Los jóvenes son lo más valioso de nuestra país y una determinante esperanza, con potencial de aportar energía aún no viciada al empoderamiento ciudadano, como posible solución de cambio desde la sociedad civil, frente a una anquilosado aparato estatal, para replantear una nación hoy sostenida por alfileres ¿pero logrará el sentir colectivo sacudirse la trampa hipnótica del individualismo promovido por la era del Yo?
Iñaki Herranz, curador