Laura Helena Porras Hernández. Doctora en Tecnología Educativa, profesora de Tiempo completo del Departamento de Ciencias de la Educación de la UDLAP. Imparte materias relacionadas con este campo en la Licenciatura en Pedagogía.
La educación superior universitaria tiene, entre sus funciones, la formación de profesionales que se integran y transforman los entornos laborales participando en la construcción de sociedades idóneas. Esto significa que, éticamente, lejos de preparar fuerza de trabajo que perpetúe el statu quo, prepara a quienes serán capaces de contribuir a la construcción de un mundo mejor.
La IA generativa ayuda a resolver de manera acelerada las tareas específicas para las que fue diseñada. En tanto elemento que se inserta en los sistemas de trabajo, surge en un ambiente laboral competitivo y con fuerte orientación a la eficiencia, presentando desafíos éticos a la educación superior. Entre estos, encontramos la necesidad de que profesores y estudiantes aprendan el uso de las inteligencias artificiales acordes al quehacer de cada disciplina de una manera honesta, transparente, respetuosa de los derechos de autor y de la privacidad, y por supuesto, a utilizarla con buenas intenciones. Sin embargo, esto no es suficiente, ya que una educación superior universitaria se espera que forme a cuadros profesionales y ciudadanos capaces de analizar las complejas relaciones que la introducción de estos elementos pueda provocar en los sistemas laborales y los sistemas sociales, siendo así capaces de identificar y contrarrestar posibles efectos negativos, así como potenciar los positivos.
Independientemente de la disciplina en la que se esté formando el estudiantado, desde una visión ética más moderna, sería importante incluir experiencias de aprendizaje que desarrollen las habilidades de pensamiento necesarias para identificar las relaciones complejas que nuestras decisiones de uso de inteligencias artificiales generativas puedan provocar en micro, meso y macro contextos. A continuación, se presentan tres ejemplos de reflexiones que podrían incluirse en cualquier campo de conocimiento para desarrollar un pensamiento complejo, propio de una educación universitaria.
El uso de la IA generativa puede tener diversos propósitos, más allá del inmediato utilitarista. Cuestionar el gran para qué de estas tecnologías digitales y qué tipo de sociedad estamos ayudando a construir al utilizarlas de ciertas maneras sería una discusión que podría desvelar supuestos que conducen a la reflexión ética desde una visión compleja.
Efectos de su uso en el bienestar individual y colectivo. Preguntarnos las consecuencias positivas y negativas que pueda tener para el bienestar físico, psíquico y social, tanto de los individuos como de distintos grupos sociales, el uso que estemos haciendo de la IA generativa para resolver tareas específicas.
Implicaciones para la diversidad y la equidad. Debatir si el uso que estamos haciendo de estas tecnologías perjudica o beneficia la riqueza que ofrece lo menos común, lo diferente o lo menos representado.
La reflexión ética con una visión compleja que debe acompañar a los usos de la IA generativa no es exclusiva de las humanidades y las ciencias sociales, sino de la formación universitaria en todos los campos del conocimiento.