La Dra. Angélica Alonso Rivera tiene el grado de Doctora y Maestra en Ciencias Económicas y en Ciencias Económicas por el Instituto Politécnico Nacional con especialidad en Finanzas y es Licenciada en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel I (SNI I). Áreas de especialidad: Burbujas especulativas, política monetaria, eficiencia en los mercados financieros, finanzas conductuales.
La brecha de género en la inteligencia artificial (IA) es un fenómeno que refleja la desigualdad de oportunidades y representación entre hombres y mujeres en el campo tecnológico. A pesar de los avances en la creación de tecnologías que prometen transformar diversos aspectos de la sociedad, la IA ha heredado sesgos históricos que perpetúan estereotipos y excluyen a las mujeres de su desarrollo y aplicación.
Los sesgos de género en algoritmos y sistemas de IA ocurren como resultado de prácticas inadecuadas en la recopilación y el procesamiento de datos. El funcionamiento de la IA se basa en el procesamiento de grandes conjuntos de datos, aprendiendo patrones y tomando decisiones, si estos contienen prejuicios históricos o culturales, el algoritmo perpetuará estos sesgos.
La Organización de las Naciones Unidas, ONU (2024), informó, la presencia de estereotipos presentes en herramientas como, Llama 2 de META y GPT-2 de OpenAI, estas plataformas exhibieron los sesgos de género más significativos. De acuerdo con ONU Mujeres (2025) un estudio sobre equidad, género y liderazgo que analizó 133 sistemas de IA de distintos sectores, determinó que alrededor del 44 por ciento presentaba sesgos sexistas y un 25 por ciento mostraba sesgos sexistas y raciales a la vez.
Los casos de discriminación por IA son diversos y afectan múltiples ámbitos, un ejemplo, que es por todos conocido, es el uso de voces femeninas en sistemas de asistencia virtual como las populares Alexa y Siri, al respecto, la UNESCO (2019) en su estudio I’d Blush If I Could y UNESCO (2022) señalan que este hecho puede reforzar la idea de que las mujeres están destinadas a cuidar, asistir y atender el hogar y las necesidades de las personas en él. Si bien en ambos casos las voces pueden ser cambiadas a masculinas, estos asistentes han sido popularizados mundialmente en sus versiones femeninas.
Por otra parte, la ONU (2024) señala estudios en los que se le ha solicitado el desarrollo de una historia a diversas plataformas de IA especificando para ello, entre otras características, el género, el resultado mostró que los productos creados reflejaron una tendencia a relacionar, dentro de la narrativa, trabajos más diversos y de mayor prestigio a los varones, como ingeniero, profesor y médico. En comparación, la mayoría de las veces asociaron a las mujeres a roles tradicionalmente menos valorados o socialmente estigmatizados, tales como empleada doméstica, cocinera y prostituta.
Otro impacto significativo de la IA es su papel dentro de los sistemas de búsqueda de empleo, las plataformas utilizadas para filtrar currículums pueden descartar injustamente a las candidatas debido a prejuicios integrados en sus algoritmos. Al respecto, cabe mencionar el tan conocido caso de Amazon en 2014, que puso en marcha un sistema algorítmico con el que esperaba encontrar un sistema neutral para la contratación de personal. Al cabo de un año, sus propios creadores comentaron que el algoritmo autoaprendió que los candidatos masculinos tenían preferencia. La ONU (2024) también cita estudios recientes en los que se ha demostrado que al configurar en la plataforma el género del usuario como femenino, se mostraban menos anuncios relacionados con empleos bien remunerados en comparación con los usuarios que seleccionaban masculino. Las publicaciones en estas plataformas pueden alcanzar a millones de personas e influenciar la composición de mercados laborales, por ejemplo, en el caso estadounidense, se estima que el 70% de las solicitudes de empleo son filtradas antes de ser analizadas por humanos. BBC (2018)
Con relación al campo laboral, la UNESCO (2023) proporciona estadísticas mundiales sobre la participación de las mujeres en distintas áreas relacionadas con la inteligencia artificial, la representación femenina en estas actividades es de apenas el 22% de los trabajos que se están creando en inteligencia artificial; el 20% en empleos donde se desempeñan funciones técnicas; el 12% en investigación y el 6% de los desarrolladores profesionales de software.
En resumen, los sesgos de género en la Inteligencia Artificial no son un fenómeno aislado, sino una manifestación directa de las desigualdades estructurales presentes en la sociedad. Estos sesgos, que se reflejan en sistemas automatizados y algoritmos, perpetúan estereotipos de género, lo que refuerza y amplifica las disparidades existentes entre hombres y mujeres en diversos ámbitos.
Abordar estos sesgos requiere un compromiso profundo y consciente, que implica intensificar la participación de la mujer desde la recolección de datos hasta el diseño y la implementación de las tecnologías, garantizando que los sistemas de IA sean justos e inclusivos para todos.