Hugo López Alvarez es profesor en el Departamento de Mercadotecnia y Director de Plataformas Web y Evolución Digital en la Universidad de las Américas Puebla. Cuenta con más 20 años de experiencia en el área de Tecnología de Información y 10 años en mercadotecnia digital. En los últimos años, ha centrado sus esfuerzos en impulsar la transformación digital de empresas e instituciones.
Contacto: hugo.lopez@udlap.mx.
Mi vida profesional siempre ha estado ligada tanto a la tecnología como al ámbito universitario y aunque nunca ha sido mi función principal, siempre he tenido la oportunidad de estar frente a un salón de clases. A lo largo de estos años, he visto cómo las plataformas digitales han transformado tanto la forma en que los profesores enseñan y los estudiantes aprenden. A través de estas plataformas y herramientas, los estudiantes no solo realizan sus tareas y actividades, sino que son los medios para diseñar, construir, plasmar sus ideas y llevar a cabo sus proyectos. Cada avance tecnológico trae consigo nuevas posibilidades que amplían las capacidades existentes y cambian la forma en que hacemos las cosas. Estamos en 2025, y hablar de educación también es hablar de cómo la inteligencia artificial está transformando nuestros roles como profesores.
En mi búsqueda por aprender más sobre estos temas, me encontré con el libro de Brave New Words – How AI Will Revolutionize Education (and Why That’s a Good Thing) de Salman Khan. Este libro fue parte de la lista de recomendaciones de lectura de Bill Gates en el verano de 2024. En este libro, el autor ofrece una visión optimista sobre el impacto de la inteligencia artificial en la educación, destacando su potencial para transformar el aprendizaje, sin ignorar los desafíos éticos que este cambio conlleva. Al mismo tiempo, habla de una de las mayores preocupaciones de los profesores, la transformación de sus roles ante este nuevo panorama educativo.
La idea central del libro es que la inteligencia artificial puede actuar como un tutor personalizado, ayudando a cada estudiante a potenciar sus habilidades individuales. Este tutor personalizado podrá identificar las áreas en las que cada estudiante necesita mejorar, fortalecer sus habilidades y adaptar el aprendizaje a su propio ritmo y necesidades. Uno de los mayores desafíos para los profesores es brindar atención y seguimiento personalizado a cada estudiante, especialmente cuando tienen diferentes perfiles, necesidades y contextos. Incluso en grupos pequeños, esto sigue siendo un reto ya que requiere mucho tiempo y esfuerzo. Si los estudiantes pudieran tener un tutor personalizado impulsado por inteligencia artificial, este podría ofrecer apoyo constante, adaptarse a su progreso en tiempo real y brindar explicaciones y ejercicios específicos según sus necesidades. Esto no solo aliviaría la carga de los profesores, permitiéndoles enfocarse en aspectos más estratégicos del aprendizaje, sino que también garantizaría que cada estudiante reciba la atención y el acompañamiento que necesita para desarrollar su máximo potencial. Desde mi punto de vista, uno de los aspectos más valiosos de la enseñanza es brindar retroalimentación a los estudiantes sobre su progreso. En este sentido, un tutor personalizado basado en inteligencia artificial podría proporcionarles retroalimentación constante apoyando así su aprendizaje de manera más efectiva.
Otro punto clave del libro es cómo la tecnología puede impulsar la creatividad, dando a los estudiantes nuevas formas de explorar diversas disciplinas. Así como en su momento la cámara digital y las aplicaciones de diseño gráfico permitieron a más personas expresarse de formas distintas a las generaciones anteriores, la inteligencia artificial puede hacer lo mismo al facilitar el acceso a herramientas creativas y ayudar a más personas a descubrir y desarrollar su talento. Por supuesto, hay quienes dicen que la IA podría reemplazar las habilidades humanas, pero el libro destaca que, en lugar de ser un sustituto, la IA debería ser una herramienta para potenciar la curiosidad y el aprendizaje de nuestros estudiantes y por qué no, también de los profesores. El autor reimagina la escritura como un proceso colaborativo entre humanos y máquinas. En lugar de ver a la IA como un enemigo, esta se convierte en una aliada que ayuda a los estudiantes a perfeccionar sus ideas, mejorar su gramática y estructurar sus argumentos.
En el futuro cercano, la inteligencia artificial no reemplazará a los profesores, pero su rol cambiará o más bien está cambiando de manera significativa. En lugar de solo transmitir conocimientos, los profesores deben convertirse en guías que diseñen experiencias de aprendizaje, utilizando la tecnología para personalizar sus clases y fortalecer su conexión con los estudiantes.
Aunque el autor adopta un tono mayormente optimista, no evita señalar los riesgos inherentes a esta tecnología. Desde la desinformación hasta el aumento de la polarización social y política, el libro reconoce que la IA podría tener impactos negativos si no se maneja con cuidado. Además, plantea un desafío ético crucial: ¿cómo aseguramos que estas herramientas estén diseñadas e implementadas de manera inclusiva, evitando ampliar las brechas de inequidad existentes?
Es cierto, una preocupación recurrente es que la IA podría fomentar la dependencia tecnológica, reduciendo la capacidad de los estudiantes para pensar críticamente. Si los alumnos confían demasiado en estas herramientas, podrían dejar de cuestionar la información o perder habilidades fundamentales de resolución de problemas. Si bien esto es cierto, esto no es un motivo para no usar la inteligencia artificial en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Es importante encontrar un equilibrio, donde la IA apoye el aprendizaje sin reemplazar la necesidad de reflexión y análisis. Al final, la clave estará en cómo se integra la tecnología en la educación, asegurando que fortalezca el pensamiento crítico en lugar de debilitarlo.
Brave New Words es un libro que vale la pena leer, tanto para todas aquellas personas que están en el ámbito educativo como para cualquiera interesado en el futuro de la sociedad. No podemos detener el avance de la tecnología, pero sí podemos decidir cómo la usamos. Cada nueva herramienta que surge trae consigo oportunidades y desafíos, y depende de nosotros asegurarnos de que su impacto sea positivo. Si integramos la inteligencia artificial con valores claros y un propósito bien definido, podemos aprovechar su potencial para mejorar la educación, hacerla más accesible y fomentar un aprendizaje más personalizado.
Sin embargo, esto requiere un esfuerzo consciente por parte de los profesores, instituciones y la sociedad en general. Es muy importante que la tecnología no reemplace el pensamiento crítico ni la creatividad, sino que los potencie. Si logramos encontrar un equilibrio entre innovación y responsabilidad, podremos construir un futuro donde la IA no solo facilite el aprendizaje, sino que también ayude a formar ciudadanos más preparados, reflexivos y con una visión más amplia del mundo.