En México, las elecciones del 2024 marcarán un precedente para las mujeres en la política al elegir—muy probablemente—a la primera presidenta de la república. Este acto alumbra claramente el antecedente histórico de violencia política de género en México, la cual siempre ha existido, pero por primera vez ocupará un lugar central en nuestras boletas electorales. Aunque elegir a la primera presidenta representaría un avance importante, no significa que la violencia política se haya erradicado o que el país deje de tener, fundamentalmente, una cultura machista.

Esta ideología se ve reflejada en las acciones de nuestras autoridades, donde el propio presidente y otros políticos en altos cargos son a menudo los mayores expositores de dichos ataques. Aunado a esto, las candidatas, independientemente de su credibilidad y conocimiento, son frecuentemente descartadas simplemente por su género. Cabe recalcar que nos encontramos dentro de uno de los periodos políticos con mayor violencia hacia la mujer: el INE creó un sistema de registro nacional para mantener cifras sobre las personas que han sido sancionadas en casos relacionados con violencia política contra la mujer. Dentro del periodo de abril 2020 a enero de 2023, se registraron 294 casos ordenados por las autoridades, en los cuales se han sancionado a 260 personas (215 hombres y 45 mujeres).

No obstante, nuestra participación como mujeres en la política es elemental para generar los cambios necesarios dentro de la legislación y la sociedad del país para permitir que nos desarrollemos políticamente en un ambiente libre de violencia que promueva nuestra participación.  Es momento de darle un micrófono a las voces que han sido silenciadas y oprimidas de manera sistemática en nuesto país y en el mundo.