La discusión grupal es una actividad en la que un conjunto de individuos se reúnen para analizar a fondo un tema en específico. En otras palabras, se configura como un tipo de interacción discursiva en la que se examina de forma atenta y particular un asunto determinado. El grupo puede ser de número igual o mayor a dos y los integrantes no necesariamente deben poseer las mismas características (edad, características sociales, intelectuales, etcétera). Sin embargo, se considera que es mejor que los integrantes sean similares por lo menos en un sentido, por ejemplo, el área profesional o el nivel escolar.
Existen diferentes tipos de discusiones como la mesa redonda, el debate, el panel, el seminario, entre otras; sin embargo, se pueden agrupar en dos grandes conjuntos: la discusión dirigida y la discusión libre. La primera es aquella que necesita de un moderador para controlar la discusión sobre un tema previamente determinado. Por otro lado, la discusión libre puede tener o no un moderador; si no hay una persona asignada para moderar, los miembros del grupo discuten de manera libre, espontánea e informal sobre un tema.
En suma, la discusión grupal es el intercambio de ideas y opiniones entre los integrantes de un equipo. Ésta se vuelve una discusión efectiva cuando se logra cumplir con el propósito establecido, por ejemplo, realizar una dinámica de trabajo o dar argumentos en favor o en contra de un tema determinado.
La mesa redonda es la presentación de diferentes puntos de vista, no necesariamente contradictorios, acerca de un tema determinado, ante un público y con la ayuda de un moderador. A diferencia del debate, en la mesa redonda se busca fomentar el diálogo entre los participantes para desarrollar el tema desde diferentes áreas o puntos de vista. Por ello, este tipo de género oral es el ideal cuando se quiere abordar un tema a fondo sin caer necesariamente en el esquema del debate. De manera general, las mesas redondas se utilizan como complemento de congresos o ciclos de conferencias, con la intención de profundizar en temas específicos.
La reflexión es la capacidad de pensar críticamente sobre algún tema. Entonces, una reflexión en equipo considera con atención un tema propuesto, ya sea por los miembros del equipo o por alguien externo (profesor, conferencista, jurado, etcétera), para especular sobre diferentes aspectos del tema seleccionado y extraer conclusiones que deriven de las opiniones de cada uno de los miembros del equipo. Este tipo de género oral permite que cada individuo se enriquezca con las ideas de los demás; por otra parte, la reflexión en equipo permite abarcar un panorama más amplio y cuestionar a fondo los temas de nuestro interés.
Replicar es dar argumentos en contra de un postulado propuesto con el fin de defender el producto de una investigación ante un público que, en la mayoría de los casos, está conformado por especialistas que evalúan el contenido del trabajo. El principal propósito es presentar una síntesis de la investigación, demostrar un conocimiento amplio sobre el tema a tratar, y persuadir sobre la legitimación de lo presentado mediante argumentos sólidos. Se trata, en resumidas cuentas, de adecuar la información presentada por escrito a un formato oral; es decir, formular un nuevo trabajo escrito pensado para presentarlo ante un público. Por ello, es fundamental considerar los aspectos formales de la exposición, así como la enunciación y otros factores determinantes (modular el tono de voz, el tiempo, la postura y lenguaje corporal, etc.).