El Museo Nacional de la Estampa (MUNAE), del Instituto Nacional de Bellas Artes, desde su fundación se ha ocupado del estudio y reflexión acerca de la disciplina de la estampación; fiel a su vocación, se complace en presentar el proyecto “Lubok. Gráfica contemporánea y libros de artistas de Leipzig”.

La estampa, en sus múltiples formatos y presentaciones, se ha destacado por su vitalidad y eficacia, prueba de ello es su longevidad histórica. En gran medida eso se debe a las múltiples estrategias de distribución, a los dinámicos canales de circulación, a la producción prácticamente ilimitada de ejemplares originales y a un estrecho vínculo -casi íntimo- entre la obra y su creador.
La producción de la estampa es un proceso colaborativo, sea en su forma de taller o de editorial. Su historia se desarrolla, en Occidente, en las antiguas asociaciones gremiales del protorrenacimiento. Los primeros ejemplares de estampación pertenecen al norte de Europa a mediados del siglo XIV y principios del XV.

En los países del Rhin, principalmente en Alemania, Países Bajos y Flandes, es donde primero,  con mayor virtuosismo, se desarrolla la estampa, inicialmente en madera tallada y posteriorente en talla dulce, siendo los juegos de naipes e imágenes religiosas los temas principales.

La ciudad de Leipzig, Alemania, es heredera de una vasta tradición editorial. El país germano tiene en sus filas a las grandes cumbres de la disciplina, desde “El maestro de los Naipes” (El maestro E. S.), Martín Schongauer y Anton Koberger hasta Alberto Durero, Hans Baldun Grien o Lucas Cranach. Entre ellos, Peter Schoeffer, ayudante de Gutenberg, puede considerarse el primer diseñador gráfico de libros impresos.

La estampa es necesariamente un proyecto compartido y en la mayoría de las ocasiones resulta difícil, por no decir imposible, que un artista pueda completar aisladamente el proceso de estampar; necesita la presencia de un especialista, diestro en procesos y materiales, que resuelva técnicamente la obra. La aportación del editor/impresor es imprescindible en el control de infinitas variables en el proceso.

Ya desde el renacimiento se daba crédito al creador de la imagen–inventor- y al maestro impresor, “sculpsit”, a la par. Sellos embozados o impresos que identifican la obra como perteneciente específicamente a un taller, denotan la importancia del editor/impresor, no como creador de la imagen sino como creador del proyecto.

Lubok Verlag continúa la gran tradición de estampa alemana trabajando con más de 140 artistas contemporáneos. Da continuidad, también, al ideal editorial democrático de ofrecer una obra de grandes valores clásicos al alcance de la mayoría de los hombres.

Para esta exposición quiero expresar mi sincero agradecimiento a todas las instituciones y a cada una de las personas que guían los esfuerzos de las mismas, muy especialmente al Instituto Goethe y a su Director, el señor Maiworm Reinhard, por su decidido y valioso apoyo, a Henriette y Christoph de Lubok Verlag, por su entusiasmo, trabajo y confianza, al Patronato de la Industria Alemana para Cultura, A. C.  Y Finalmente mi profundo agradecimiento a todos y cada uno de los artistas participantes.

La palabra lubok, se refiere a una especie de arte popular y figurativo que se originó entre los siglos XVII y XVIII. Dicha palabra probablemente provenga del vocablo ruso lub, que es la parte exterior de la madera de tilo utilizada como base de las tablas sobre las que se estampaban las imágenes en las imprentas del siglo XVII. Por lo tanto, el término lubok hace referencia tanto al estilo como a la estampa.

En ese entonces las imágenes representadas generalmente por artistas anónimos en xilografías, solían ser escenas bíblicas, cuentos y fábulas que tendían a la sátira social y política por lo que constituyen una fuente de acercamiento a las tradiciones y creencias rusas de dicha época. Las características de las representaciones eran el sincretismo, la sencillez y la desproporcionalidad de los personajes dando generalmente un tamaño considerablemente mayor al protagonista de la historia.

El arte lubok fue popular sobre todo en el norte de Rusia, en donde las estampas eran mercancía popular y servían de fuentes de información, entretenimiento e incluso de decoración en los hogares de campesinos, mercaderes y burgueses desde los juegos de naipes hasta imágenes religiosas. Las primeras impresiones hechas en planchas de madera o metal aparecieron en Rusia alrededor del siglo XVII y obtuvieron amplio reconocimiento en poco tiempo.

Pedro “el Grande”, quien fue coronado como emperador de Rusia en 1682 y fundó la ciudad de San Petesburgo en 1703, creó una imprenta en ese lugar utilizando los lubkí como medio de propaganda y dotándolos de carácter oficial. No obstante, a principios del siglo XVII las imágenes recibieron críticas de parte de la iglesia por el tono satírico y humorístico que tenían, tratando de controlar en vano su producción.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, se presentó un notable acrecentamiento del control de parte de las instituciones como la iglesia y el estado, quienes ya habían ejercido presión respecto a la producción de lubok. Aunado a lo anterior, los procesos de manufactura y publicación de los mismos comenzaron, cada vez con más fuerza, a realizarse por impresores profesionales, por lo que empezaron a empaparse de los cánones artísticos, perdiendo de cierta manera su sencillez y popularidad pero también poniéndose en contacto con la renovación que la litografía a color demandaba en la modernidad.

Aunque durante mucho tiempo no se le otorgó valor al arte lubok, en el siglo XX historiadores, etnógrafos y coleccionistas comenzaron a realizar estudios sobre las formas, técnicas, evolución e implicaciones de los lubkí. En el siglo presente, dicho término es retomado por los artistas gráficos Christoph Ruckhäberle y Thomas Siemon para dar nombre a una publicación independiente rescatando el término lubok por sus implicaciones sociales pero constituyendo un concepto considerablemente distinto y renovado. En el siglo XXI, Lubok busca la igualdad entre los creadores a través de la participación de artistas reconocidos y emergentes.

La ciudad de Leipzig, Alemania, es heredera de una vasta tradición editorial. El país germano tiene en sus filas a las grandes cumbres de ésta disciplina, desde “El maestro de los Naipes” (El maestro E. S.), Martín Schongauer y Anton Koberger hasta Alberto Durero, Hans Baldun Grien o Lucas Cranach. Entre ellos, Peter Schoeffer, ayudante de Gutenberg, puede considerarse el primer diseñador gráfico de libros impresos.

La estampa es necesariamente un proyecto compartido y en la mayoría de las ocasiones resulta difícil, por no decir imposible, que un artista pueda completar aisladamente el proceso de estampar; necesita la presencia de un especialista, diestro en procesos y materiales, que resuelva técnicamente la obra. La aportación del editor/impresor es imprescindible en el control de infinitas variables en el proceso. Ya desde el renacimiento se daba crédito al creador de la imagen–inventor- y al maestro impresor, “sculpsit”, a la par. Sellos embozados o impresos que identifican la obra como perteneciente específicamente a un taller, denotan la importancia del editor/impresor, no como creador de la imagen sino como creador del proyecto.

En esta exposición Lubok Verlag continúa la gran tradición de estampa alemana trabajando con más de 140 artistas contemporáneos. Da continuidad, también, al ideal editorial democrático de ofrecer una obra de gran calidad al alcance de todos.